Ella

Nací en su corazón, y sin embargo de niña jamás me permitió conectarme con ella, mis primeras impresiones conscientes en 1985 me mostraron su mal carácter, cuando molesta por algún capricho tiró al suelo gran parte de su infraestructura. Siempre parece intentar causarme una mala impresión, pero nunca logra convencerme del todo.

Mis padres sin embargo, decidieron alejarme de ella y llevarme a Maipú; confiados de que mi corta edad no permitiría mantener vivo su recuerdo, y mantuvieron en secreto sus encantos y maravillas ocultas. Así pasé los siguientes 12 años en Maipú, mi comuna creció conmigo, me conectó con la naturaleza, me permitió sin rencor experimentar científicamente con todo tipo de insectos y reptiles, y al tiempo reemplazó sus legumbres y superficies lodosas por nuevas oportunidades para quienes escapaban de ella.

A los 14 años decidí que debía conocerla, debía salir a buscarla, e intentar comprenderla; como todo gran sistema su existencia dependía de la obediencia de sus integrantes, por lo tanto para entrar en su círculo debía partir por conocer sus reglas.

El proceso fue torpe y muy lento, en mis primeros acercamientos un desorganizado sistema de transporte me llevo a destinos que no planeaba visitar; escuchaba historias aterradoras sobre integrantes que dañaban a otros en búsqueda de sustento, o sin razón aparente, se hablaba de indigencia, de suciedad, de cansancio y de soledad, sin embargo al llegar a su corazón estas cosas se me pasaron por alto, jamás me sentí sola, el cansancio no evitó que siguiera recorriendo sus rincones, la suciedad era parte de su funcionamiento y la indigencia abría una nueva ventana en mis pensamientos.

A medida que fueron pasando los años, mi manera de entenderla fue cambiando, fui haciéndome partícipe de ella, me invitaba constantemente a visitarla, se contactaba conmigo de maneras insospechadas, ponía a sus integrantes frente a mis ojos y me presentaba a quienes parecían ser sus favoritos. Poco a poco eran ellos los que le daban forma, algunos comenzaron a ocupar un espacio importante en mi mente, y mi vida social e intelectual terminó por mudarse a sus entrañas.

Ahora somos amigas, conozco sus mañas, sé cuando está molesta e intento no meterme con ella, sin embargo me es imposible, soy parte de ella tanto como ella lo es de mi, somos obstinadas, orgullosas y nos tememos la una a la otra, a veces se despierta de buenas, me regala sonrisas y me facilita las cosas, días como esos me escapo de mis obligaciones para disfrutar su compañía, y tal agresión parece no gustarle pues me da una lección al día siguiente. Me gusta Santiago, el sufrir su existencia me provoca un falso sentimiento de superioridad, no podría abandonarla mucho tiempo, y de hacerlo tengo la seguridad de que al volver no me recibirá con los brazos abiertos.

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